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Mostrando entradas de febrero, 2013

Parafina, Atenea y las palabras no dichas

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Probablemente fuera la noche más fría del año. Era el primer domingo de julio y no había mucho que hacer. Dormir bien tapado, ver televisión o leer. De salir a la calle ni hablar. Había aún un poco de sol, sin embargo el aire helado calaba los huesos. La vieja y fiel estufa Sindelen había estado encendida durante todo el día. La sola vista de su anaranjado corazón parecía dar una sensación cálida y tranquilizadora. Sin embargo, no fue nada tranquilizador constatar que la aguja del indicador de combustible estaba ya casi en cero. Salió al patio, no sin estremecerse por el frío que lo rodeó, sólo para comprobar que el bidón estaba también vacío. Nada qué hacer, o se congelaba o iba a comprar parafina.  Buscó su billetera y sólo encontró un billete de cinco mil pesos, doblado en varias partes. No había más. Con eso, de todas formas, alcanzaría para algunos litros, los suficientes para una horas más de calefacción esa noche y durante la ducha y desayuno del lunes. Se ciñó la bufanda