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Mostrando entradas de septiembre, 2011

Flores (marchitas) nocturnas

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Por la cresta que ha estado mala la cosa. ¡Y eso que es fin de mes! Ayer no hice ni uno. La Violeta tampoco, por lo que me contó. ¡Y este frío de mierda! ¡Estamos en octubre y todavía el viento y el frío! Hoy necesito hacerme al menos una quince lucas. Si no, no sé con que voy a pagar la pieza. ¡Ya pues hombres, qué les pasa! Estos güeones te miran, te comen con los ojos y pasan de largo. Algunos preguntan que cuánto sale, que en qué consiste. Se hacen los interesantes, los difíciles... ¡Hasta descuento piden los chuchesumadre! No. Estoy cagá. Ya estoy vieja para esto. Todavía caliento a los güeones, pero cada vez menos. No como antes. Antes los tenía comiendo de mi mano a los culiados. Les movía un poco el poto y los babosos me seguían y seguían, sin decir nada hasta el hotel. Ahora caliento a puros viejos o puros cabros chicos. ¿Pero ahora, que les puedo mover? El poto se me chupó, las tetas se me han caído, me salió guata. ¡Guata! Cuando yo era más flaca que un chuzo. Y yo so

Amor, amor... ¿Dónde oí esa palabra antes?

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Atravesando los desérticos cerros, una fresca brisa logró colarse hasta el centro de la ciudad. Aparecía la primera estrella de la incipiente noche, y él dormitaba en una silla de terraza ubicada bajo una frondosa enredadera cubierta de flores. Lo despertó el ruido que hizo el libro que dejó caer de sus manos. La terraza del hotel estaba completamente vacía y solo se escuchaba el ruido de las hojas mecidas por el viento que a cada instante soplaba con más bríos.  Por un instante pensó hallarse completamente solo. No sólo en el hotel, ni en la ciudad, sino solo en todo el mundo. Él, las plantas y el viento. Un bocinazo a lo lejos lo alejó de ese pensamiento. Sin duda algún otro bípedo implume como él había hecho sonar la bocina de su auto, ya fuera para alertar a un distraído peatón cruzando a mitad de la calle o tal vez, para llamar lasciva y torpemente la atención de una bella muchacha que caminaba coqueta por la vereda. Lo cierto es que sin estar solo se sentía solo , lo que