Partir











Pisaré alguna vez la tierra de la dicha.
Podré, entonces, respirar libre.
Las pesadas cadenas que arrastro por tanto tiempo
caerán, caerán,
y al fin miraré con amabilidad a los espejos,
porque en esa otra tierra
me devolverán una mejor visión de mí.
Y la angustia
y las preguntas de todas las noches,
se las llevará el viento,
y dulces certezas me colmarán los sueños.
Me hartaré de la alegría
que por años me ha sido negada
-que no he sabido asir-
Y no habrá más vergüenza ni culpas.
Volveré a amar y,
más importante aún,
volveré a ser amado.
Partiré más temprano que tarde,
me escabulliré una noche
sin equipaje, sin nada.
Quedarán atrás tantas cosas;
los lastres atávicos,
los dolores de tu ausencia,
caerán, caerán
cuando emprenda el viaje
y pueda, finalmente, 
ser un hombre nuevo.

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