La luz, la primavera y los cerezos











"Quiero hacer contigo
lo que la primavera le hace a los cerezos".
Pablo Neruda: Poema 14.



El hombre sombra todo lo ensombrece
con su presencia taciturna
y hasta los amaneceres espléndidos de febrero
se opacan un poco bajo su mirada.

Pero el hombre sombra no es inmune
-nunca lo ha sido-
a la belleza escasa del mundo
ni a los ojos claros de una bella muchacha.

Sentado en su negra silla giratoria,
con la vista en la luciferina pantalla,
escucha los pasos de la joven luz
y el frufrú de su falda floreada.

la joven luz es pura alegría,
vida en plenitud,
y en su presencia mágica
las tinieblas del hombre sombra retroceden.

La joven luz sonríe y el hombre sombra se sonroja
en su presencia hasta él se siente un poco más bello
y bueno y amable y menos sombra
y más hombre y más joven y más vivo

la joven luz es energía
que parece levitar sobre sus sandalias planas
y sus vestidos leves y coloridos
y es tanta su alegría que hasta le sonríe al hombre sombra

Y el pobre sombra, corazón marchito
siente el nuevo pulsar en su pecho
y aunque se resiste, aunque lucha contra ello
no puede evitar acostarse y levantarse pensando en ella

No quiere. No. Pues sabe bien lo que vendrá
lo mismo de siempre, el dolor inmenso
porque las sombras no se llevan con la luz
pero no hay caso y la joven luz le atraviesa la cabeza

y de lejos, de lejos la mira
rogando que un poco de su luz le ilumine el rostro
y aunque sea un rato el se sienta un poco más hombre
y un un poco menos sombra, el hombre sombra.


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