Hoy: Fotografías [o Pictures of you]








"I've been looking so long at these pictures of you
that i almost believe that they're real 
i've been living so long with my pictures of you
that i almost believe that the pictures are 
all i can feel"




Cuando regreso a casa, demoro unos instantes en encender las luces. En la oscuridad imagino que percibo tu presencia. Imagino que emergerás de la sombras, presionarás el interruptor y te me revelarás en toda tu gloria. Mas sé que solo es un deseo inmenso en mí. Cuando la luz invada todo el ámbito, solo encontraré la soledad de siempre. 

Sobre la mesa, la taza sucia, las migajas del pan de la mañana. En el baño un cepillo de dientes maltratado. En el dormitorio una cama fría y sin hacer. Entonces, cuando siento que la negra y poderosa tristeza me gana la batalla, busco tus fotografías. Son tan pocas. Tanto, tanto tiempo y no tomé más. Miles y miles de inútiles bytes de paisajes, puestas de sol, trenes bajo la lluvia... y solo en noches como esta vengo a caer en cuenta de que mi foco debió posarse solo en ti; en tus ojos de samurái, en tu cabello sedoso, en tu sonrisa plena... ¿Recuerdas que tú decías que eras muy dientona? Pero a mí me encantaban tus dientes grandes y blancos. Tu boca toda, hecha para sonreír. Sonreir era casi tu estado natural. Tu boca para sonreir y para besar.

Y entonces, a falta de verdaderas fotos, imagino las que pudimos habernos tomado. La foto de nuestro casamiento, en una oficina del registro civil. Luego, en una iglesia, sin vestidos blancos fastuosos o trajes como de película. Sencillos, así como siempre fuimos. Y nuestro pequeño departamento arrendado. Una foto juntos en el primer sofá comprado a cuotas en el Homecenter, la foto tuya jugando con el perro que habríamos de recoger de la calle una noche fría y lluviosa. Las fotografías de nuestra primera Navidad solos en nuestra casa.

Avanzo en ese álbum imaginario. La foto tuya con el vientre descubierto y la palabra seis semanas sobre el ombligo. Luego tu vientre lleno de vida. Las primeras fotos de aquella niña que íbamos a llamar Colombina, aunque a ti te cargaba ese nombre. Una niña hermosa como tú. 

Las imágenes se suceden rápido. Colombina en uniforme. Tú y yo más viejos. Nuestro perro grande y gordo. Los cuatro en alguna playa un verano espléndido. Tú, te cortaste el pelo. Yo soplando las velas de una torta. Nuestra hija ya es una mujer. Tú y yo sentados en el mismo sofá que compramos hace tanto. Tú y yo viejo, tomados de la mano, ganándole día a día al vacío, a la nada.

Ya no hay más fotos. Nunca las hubo salvo en mi memoria imaginaria. Esas fotos que sí existirían si hubiese tomado decisiones, si hubiese sido un poco más valiente. No hay fotos, pienso, porque las fotografías son recuerdo de una vida. Y yo, yo no he vivido en verdad desde el día en que partiste. Desde el día en que tu imagen se me escabulló de las manos, la boca y el corazón.





Comentarios

Entradas populares de este blog

"Soy malo porque soy desgraciado"

Los fantasmas de las Navidades pasadas.

Preguntas antes de dormir