Certeza
31.
Quizá necesitaba saberlo.
Tener la certeza.
Necesitaba escuchar la verdad devastadora
para cerrar de una vez esa dolorosa puerta
para abrir las ventanas y ventilar tu presencia
para colgar de una buena vez las sábanas
al sol, al viento
y que todo lo que una vez me habló de ti
-de tu sangre, de tu fuego-
se lo lleve la brisa tibia de la tarde
y yo pueda de una vez dejar morir la esperanza
para sentarme tranquilamente a ver pasar el tiempo
ya que habré entendido entonces
que no hay un final feliz detrás de tanto amor
arrastrado -polvo enamorado- por el viento.
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