Recuerdos de una muchacha y un balón de básquetbol
Dos figuras aparecieron de improviso entre los árboles del hermoso parque. La verdad, iba tan abstraído en mi caminata, que no los hubiese notado aunque caminaran a mi lado por largo rato. Pasaron como si no me hubiesen visto, riendo y haciendo botar sendos balones de básquetbol. Y, entonces, ese evocador poder que tienen determinadas imágenes, olores, sonidos... retrocedí en el tiempo y me vi a mí mismo en esa situación, creyéndome jugador de básquet, viendo todas las tardes por Chilevisión Slam Dunk, entrenando en el gimnasio de Puente Alto los sábados y en la Casa de la Cultura los días de semana, después del liceo, porque alcancé a ser de la feliz generación que solo estudiaba hasta las dos de la tarde.
Me parece todo tan lejano... realmente me cuesta mucho convencerme de que fue verdad, de que lo viví. Me cuesta creer que hubo un tiempo en que reí más. Y recuerdo que la muchacha que me gustaba, de la que escribí aquí, iba a veces a jugar con mis amigos y yo. Para mí era una alegría enorme tenerla a mi lado, sentir que podía estar cerca de ella aunque fuese en una cancha, sucios y transpirados, pero jóvenes y plenos.
Yo la miraba con tanto amor, que me cuesta mucho creer que ella no supiese en verdad lo que por ella sentía. Cada vez que la dejaba pasar, cada vez que erraba el pase solo para que pudiese hacerse de la pelota... en otra vida.
Ahora tengo quince años más que en ese entonces. Quince años han pasado y camino solo por los parques, en una ciudad hermosas, pero que no es mi ciudad, rodeado de tantas maravillas que siento que es un pecado disfrutarlas solo. ¿Duermen solos por las noches mis amigos del básquetbol? ¿Camina sola por lo parques la muchacha que amé por tantos años? ¿Dónde quedó mi pelota Wilson de básquetbol?
Y yo... ¿Cómo fue que terminé así?
Y yo... ¿Cómo fue que terminé así?
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