Wikén






Viernes

Miras el reloj en la pared y compruebas que se acerca la hora. Siempre este día y a esta hora se respira un aire diferente en la oficina. Hay más energía, caras más sonrientes. El reloj se vuelve más admirable que nunca. Hay conversaciones en los pasillos, elaboración de planes. Hay maquillaje. Hay visita a los cajeros automáticos. Hay corbatas que se sueltan, computadoras que se apagan. 
Afuera, el día se arrebola, las luces se encienden, los neones brillan policromáticos. Hay mesas servidas, hay hielo endureciéndose, hay botellas por descorchar. El centro de Santiago se transforma en una gran colmena. Hay conversación, risa, abrazos, besos. Hay alegría.
Se apagan las luces, se cierran las puertas, ¡Hasta el lunes!
Afuera está la vida. Tú, te acuestas a dormir.

Sábado

Preferirías seguir durmiendo. Dormido no debes enfrentarte a la realidad. Pero debes levantarte. Comes algo, enciendes la tele. Te acuestas en el sillón, enciendes el computador. Revisas tu correo. Nada. Ves Facebook. Nada. Miras de reojo el teléfono que no suena ni sonará. Te acuestas y escuchas como de muy lejos la televisión que sigue encendida aunque no la veas. 
Te sientes triste y patético. Piensas en el pasado. "Antes", te repites. "Antes" se vuelve tu mantra. No es que fuera una maravilla, pero había más vida en mi vida, te dices. Había abrazos, besos. Desde la calle te llegan canciones lejanas. Oscurece. El resplandor blancuzco y artificial  del televisor ilumina la habitación "La llama de la libertad, se ha convertido en soledad...", Comes algo. Miras con desesperanza el teléfono inerte, muerto. Afuera la ciudad se ilumina. Afuera la risa, los bares, las calles, las fiestas. Afuera los amantes, la noche, el amor.
Afuera está la vida. Tú, te acuestas y, después de unas horas, consigues dormir.

Domingo

Te despierta el resplandor del sol que se cuela inexorable por tu ventana. Ves a los niños jugar en la plaza. Ves a las mujeres, a los hombres volver de misa, de la feria, de comprar el pan. Enciendes la tele. Comes algo. Enciendes el computador. Pones música. Te echas en la cama. Hace calor, es un domingo radiante. Desde tu ventana se ve la cordillera. Te imaginas paseando. "Antes" repites y recuerdas. Recuerdas, rememoras, añoras, extrañas. Miras tu mano, esa pequeña extensión de ti. "Antes". ¿Había otra mano sobre mi mano o lo soñé? ¿Había otro labio sobre mi labio o lo imaginé? "Oh, melancolía, rosa del aliento, dime quién me puede amar". El río sonaba, los árboles eran mecidos por el viento, éramos dos. "Antes". Había un auto, una radio que sonaba, canciones que cantábamos. "Antes". Anochece. Afuera las luces se encienden. Las familias se reúnen. Se preparan las mochilas, se lustran los zapatos, se planchan las camisas. Los parques se vacían. Los neones se apagan, las músicas se silencian. Tú, no te levantas ni para ir al baño. Mañana es lunes, piensas con algo de regocijo.
Afuera estaba la vida y tú dormías.
Afuera está la vida. Tú... sueñas.

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